Últimamente todos aquellos con los que hablo han sufrido
alguna experiencia con algún departamento de atención al cliente que me ha
llevado a elegir este título para este Blog "Des&Atención al
Cliente", todos ellos coincidían conmigo en que los departamentos de
atención al cliente se han convertido en algo inaccesible escondido detrás de
unas maquinas o call center ajenos a la empresa donde es imposible recibir una
atención personalizada que permita resolver una incidencia y donde solo se
garantiza un resultado final: el incremento del enfado, la frustración y la
impotencia del cliente. Y lo peor de todo es que al contárnoslo un amigo
decimos eso de, claro si todos son iguales.
Y no me malinterpreten al leer esto y piensen que este es el
objetivo de las empresas, que no lo es. Por supuesto que toda empresa busca la
satisfacción de los clientes, pero en el camino de mejora, eficacia y ahorro de
costes les ha llevado a una mala gestión de su atención al cliente.
Y esa sensación, frustración e impotencia es la nos hace reír
tanto cuando se utilizan nuestras experiencias en los monólogos y comedias. Y
si no díganme si no se sienten identificados con esta situación que paso a contársela
con un poco de humor pero que cuando la vivimos no nos hace tanta gracia:
“Por fin hemos conseguido un teléfono de atención al
cliente, hemos buscado tanto para encontrarlo recorriendo palmo a palmo la web
de la empresa, hasta que al final encontramos lo que buscamos : el teléfonooooooo¡¡¡¡¡¡
(por supuesto es un 900………. todo no podía ser maravilloso) y llamamos:
Ring, ring, ring….
"Contestador:
Bienvenido al servicio de atención al cliente de la empresa X (aquí deberían
decir en vez de su nombre torturalandia), para poderle atender mejor responda a
las siguientes preguntas bien con el teclado de su teléfono o con su voz. Diga
su nombre
Cliente: María García
Contestador: ¿podría repetir su nombre? no le hemos
entendido bien, muchas gracias
(entonces repetimos reiteradamente nuestro nombre, gritando…
despacitoooooo, hasta intentamos otro nombre a ver si les vale, pero nada,
seguimos y seguimos y cuando estamos a punto de odiar el nombre que nos han
puesto la maquina lo reconoce, que uno se siente está emocionado y todo de
llamarse así)
Contestador: Diga o teclee su número de identificación
fiscal (es aquí donde mi abuela cuelga asustada pensando que Hacienda la ha
pillado y gritando que el fisco nos vigila a todos en todos lados)
Cliente: Esta vez tu tecleas el número, después de la
experiencia repitiendo tu nombre.
Contestador: describa brevemente el motivo de su llamada
Ah¡¡ querido amigo, aquí viene el problema, tu empiezas a
probar..
Cliente: Facturación incorrecta
Contestador: vuelva a repetir
Cliente: F A C T U R A C I Ó N
Y sigues, y sigues…….
Cliente: me han cobrado demás
Y sigues y sigues…. al borde del llanto y la rabia. A la
quinta vez, le gritas algo indebido y te acuerdas de toda la familia de quien
inventó la bendita máquina y entonces has dado con una grabación cíclica que no
te deja avanzar como no escuche la palabra exacta por la que tienen catalogado
ellos los motivos de las llamadas. Y de pronto cuando la maquina empieza a
decir algo diferente…. no es lo que esperabas:
Contestador: Sentimos no poder atenderle, ya que no nos
especifica el motivo de su llamada, si tiene alguna otra cuestión vuelva a
llamarnos y estaremos encantados de atenderle.
¡¡¡Y cuelga sin más¡¡. Y uno piensa como he llegado hasta aquí,
solo quería hablar con alguien para solucionar mi problema, y uno empieza a
pensar ¿será esta empresa la tapadera de los servicios de inteligencia
encargados de la seguridad nacional? Y por eso es misión imposible contactar
con ellos. Y uno se plantea seriamente en dejarles una grabación de voz a todas
las empresas con las que uno contrata un servicio, para que la máquina pueda
reconocernos cuando les llamemos ¿o dejarles nuestras huellas dactilares? ¿ o
el escáner de mi pupila?, Nooooo , seguro que eso es exagerar ¿o no?"
Y piensas ¡¡¡¡ que bien vivían nuestros abuelos¡¡¡¡ sin esta
maravillosa y moderna atención al cliente. Aún recuerdo cuando la madre de una
amiga mía escucho por primera vez una grabación en su teléfono. Nosotros trabábamos
de explicarle que eso era una maquina, pero no hubo forma de hacerla entender
que esa “amable señorita” de su teléfono, por supuesto, no era una máquina.
Ella nos explicaba, si la señorita me dice buenas tardes, y yo le respondo
buenas tardes, me pregunta si deseo contactar con ellos y yo le digo que sí, y
me dice que en esos momentos no están disponibles, pero incluso me dice cuando
me volverán a llamar. Y luego se despide de mí. Ana (mi querida amiga) siguió muchos años sin
entender que aquella voz de su teléfono no era una señorita muy atenta, aunque
eso sí, admitió que tenía poca conversación.
Años más tarde he trabajado en atención al cliente, y he
tratado sinceramente de marcar una diferencia en la atención a los clientes,
que para mí y las personas de mi departamento, siempre han tenido un nombre y
he tratado de proporcionar a través del call center argumentarios que pudiesen
incorporar cada posible pregunta que un cliente pueda hacerse y dejar abierto
el canal para que los clientes pudiesen aportar nuevas dudas que yo trataba de
dar respuesta. No siempre era posible solucionar una incidencia, pero todos
esos clientes, siempre decían que se habían sentido muy bien atendidos.
Y de estas experiencias como cliente sufridora de servicios
de atención al cliente, de compartir las experiencias de mis amistades, de mi
visión desde el otro lado como profesional de la atención al cliente, ha nacido
este blog. Tal vez solo para desahogarme con ustedes, tal vez con la esperanza de que
mi experiencia les pueda ayudar y por qué
no, hacerles reír en algún momento y con una esperanza utópica de que alguna
empresa decida marcar la diferencia y adueñarse de su mercado al reconocer que
un cliente contento, escuchado y satisfecho es el paradigma de la fidelidad a
un producto o servicio, en este mundo donde los productos son capaces cada vez
de diferenciarse en menos cosas.
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