viernes, 26 de abril de 2013

Importancia de tener un departamento de Atención al Cliente




Es lógico concentrar la mayoría de nuestros esfuerzos como empresa en la elaboración de nuestro producto o en la prestación de nuestros servicios. Nadie cuestiona que sin un buen producto o servicio una empresa no existiría.

Y una vez conseguido ese producto, lo siguiente es hacerlo llegar a los clientes, mediante nuestro departamento de ventas y aquí en muchas ocasiones, es donde ya empieza el error. Con la crisis nos estamos concentrando en las ventas agresivas, vender sea o no lo que el cliente necesita. Y esas ventas son pan para hoy y hambre para mañana. Quizás el cliente compra, pero cuando se da cuenta de que tiene algo que realmente no quería, se enfada consigo mismo y sobre todo con quien se lo ha vendido, y fija el primer mal recuerdo de nuestra empresa.

Estamos convirtiendo a nuestros comerciales en perros de presa sin escrúpulos, que para mantener sus puestos de trabajo, se ven obligados a presionar al cliente hasta el límite. Y en ese proceso estamos perdiendo a los buenos comerciales, que conscientes de que este no es el modo, y presionados hasta el límite, deciden llegados al borde de la desesperación dejarlo todo si es necesario, con el concepto equivocado de que no son buenos en su trabajo. Que inteligentes serán las empresas que sepan valorar y quedarse con esos maravillosos  comerciales que conocen tanto a sus clientes.

Todos hemos oído en las noticias el caso de una pobre anciana a la que un comercial (seguramente igual de desesperado por tener un trabajo) presiono en su llamada de teléfono y a pesar de los ruegos de la pobre señora diciéndole que hablara con su hijo que es quien llevaba todas las cosas, le cierra el cambio de servicio a su compañía. Después de la denuncia de su hijo y de escuchar todos la grabación, nos ponemos a la defensiva con el comercial y este es echado de la compañía. Pero ¿no es esto resultado de las directrices de venta agresiva que estamos implantando en las compañías? 

O desdramatizando el tema, cuando la esposa manda a su marido a comprar una batidora que se le acaba de romper y que necesita para hacerle la comida al bebe, y el marido después de dos horas aparece con una taladradora. La esposa enfadada le pregunta dónde está la batidora y el marido en ese momento recuerda ¿la batidora?¡¡¡¡ anda si se me había olvidado. Es que mira que me ha enseñado el vendedor… estaba de oferta…. y nunca se sabe cuándo se puede necesitar una…… Y mientras la señora va incrementando la ira y el color rojo de su cara, él la mira y le dice: cariño, no te preocupes que enseguida voy a por ella. Demás está decir que la esposa le corta la retira, se viste y baja ella a comprarla, antes de que su marido llene la casa de aparatos que no necesiten y el bebe se quede sin comer ese día. ¿Se ríen? ¿Es que les suena familiar? Jajaja creo que sí.

            Y definitivamente, donde creo que las empresas se están equivocando es en no cuidar a esos clientes una vez que ya han obtenido sus productos y servicios. En la parte de la fidelización.

Quiero contarles la experiencia de mis padres con un frigorífico de cuya marca no quiero acordarme. Mi hermano se lo había regalado y era una de las primeras marcas y tenía unas características fabulosas, a los pocos meses de tenerlo empezó a hacer un ruido muy fuerte debido a que no paraba en ningún momento. Llamados a los servicios técnicos le dijeron que tenían que cambiar el motor, mi hermano les dijo que no quería eso, sino que lo cambiaran por otro nuevo, estableció las reclamaciones y pasado el tiempo, se le denegó esa posibilidad. Por gente cercana a la empresa nos enteramos que había habido un problema en algunos productos de esa gama y que la empresa lo sabía. Mientras duro la garantía se tuvo que volver a llamar por el mismo motivo en repetidas ocasiones, hasta que una vez finalizada la garantía mis padres cansados decidieron, tras dejar de funcionar, comprar uno nuevo. El resultado: nadie en la familia ni amigos, ha vuelto a comprar algo de aquella marca, no porque dudemos de la calidad de sus productos, sino porque no supieron asumir un error y hacer el cambio por otro sin ese problema que ellos conocían, lo que les habría mantenido su reputación intacta. 

¿Qué si pienso que con un buen departamento de atención al cliente las cosas hubiesen sido distintas? Definitivamente si, porque las personas que hablan con el cliente, que nos dan soluciones, solo suelen tener unas normas generales para aplicar en cualquier caso. Seguro que su norma general en esta ocasión es si alguna cosa pasa y se puede reparar, se repara, no se cambia. Pero sé que con una buena gestión, esta incidencia hubiese sido analizada posteriormente y elevada a quienes tienen la autoridad, con todos los pros y contras para que se tomase una decisión para casos de estos. Y de seguro un buen gestor habría visto el peligro en este tipo de casos y la oportunidad para lanzar el mensaje fortalecedor para la empresa, de que siempre garantizan sus productos por ser de buena calidad. De un problema habrían sacado una oportunidad para salir fortalecidos.

Cuando escuchas hablar a algunas empresas que dicen en algunas ocasiones cosas tan absurdas como: “solo  son unos pocos clientes y  prefiero decir eso y no reconocer mi error”. Tratan de tapar el sol con un dedo. Unos pocos clientes no hacen el ruido mediático a nuestra reputación corporativa, piensan, hasta que alguna vez se ven en primera plana por alguno de esos insignificantes clientes, con un grave problema, que hubiesen podido solucionar y volver en una oportunidad. Y no son los hechos aislados, sino la cultura de no atender las necesidades de nuestros clientes, los que pueden llevar a una empresa a desaparecer.

No se han preguntado como clientes, ¿por qué la competencia me trata mejor que mi empresa? ¿por qué solo me hacen caso cuando me he ido? ¿por qué  no me ofrecen ofertas a mí que soy cliente desde años? ¿por qué no puedo acogerme a ofertas que sacan, si antes no me voy a otra compañía y vuelvo? …. La verdad es que leído así  parece una historia típica de desamor, me quiere hasta que me consigue y me descuida cuando me tiene segura jajaja. El comercial que antes me atendía incluso antes de que me surgiera ni siquiera la duda,  ahora que soy cliente, ni me atiende en muchas ocasiones el teléfono. 

Las relaciones de cualquier tipo, incluida la de empresa y cliente, hay que cuidarlas, porque de lo contrario uno de los dos se fuga con otra.

Trabajando en diferentes sectores a lo largo de mi vida profesional me he dado cuenta de que uno puede mantener la diferenciación de sus productos y servicios en pocos aspectos con el paso del tiempo. Pero hay algo que nos puede hacer únicos y es el modo en que uno trata a sus clientes. Es difícil cuando uno tiene el producto que necesita, y se le trata de un modo especial, pensar en irse a la competencia. Tu producto puede ser casi copiado, pero tu sello con tus clientes puede ser exclusivo.

Por todo lo anterior y por mucho más, es imprescindible contar con un departamento de atención al cliente.

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